domingo, 28 de julio de 2013

SIGUEN LAS MOLESTIAS

Hoy es domingo, hasta el próximo martes no tengo visita en la clínica y siguen cayendo lágrimas cada vez que pienso en lo que parece venir sin remedio.

Siento como si el mundo se abriera a mis pies  y no dejo de repetirme por qué, por qué, por qué he tardado tanto en ponerme en tratamiento...

Sigo con molestias en el ovario izquierdo y el fin de semana he manchado con un poquito de sangre, imagino que es de la herida que debió hacerme durante el intento de transferencia.

Sé que empecé el blog diciendo que últimamente había conseguido controlar mis lágrimas pero la vida parece haber decidido demostrarme que soy imbécil si creo que voy a poder controlar algo.

No tengo demasiada suerte, no, no lo digo en plan lastimero, simplemente es un recuento objetivo de mi vida.

No tengo demasiada suerte o simplemente no acierto con mis decisiones.

Escribo este blog que nadie lee y nadie parece interesar. Me siento como una marciana en un mundo en el que parece que nadie de mi edad haya pasado por una fiv con sus óvulos y, que por supuesto, mucho menos le haya salido bien.

Y yo, que me he cansado de leer blogs de otras chicas y que, como en las pelis, en todos los que tienen continuidad, ellas sufren, se desesperan pero lo acaban consiguiendo. Pues bien, yo, no puedo evitar pensar que a lo mejor a mi me pasa igual, y ese pensamiento me hace sentir pena por mi y por todo lo que está sucediendo.

Porque yo deseo tener un hijo, en realidad preferiría dos, y sueño que los llevo en brazos y que los escucho y que intento que sean felices, que se sientas queridos y valorados que los ayudo en todo cuanto puedo y lo hago y lo pienso pero en realidad no me lo creo, siento que no podré que todo esto sólo va a servir para hundirme económicamente y poco más.

Mi pareja no quiere saber nada de ovodonación, a mi aún no me lo han planteado, pero sé que lo harán y yo me rompo y vuelvo a pensar.

Por qué huevos no puedo tener un hijo.

Joder, es que nada puede resultar fácil en mi vida. Cada cosa, cada acción que para la inmensa mayoría resulta sencilla a mi se me complica como una subida al Everest desnuda.

Sí, sueno caprichosa, pero de verdad, qué cansada estoy.

Ahora a esperar al martes, al terrible, horrible martes y a intentar mentalizarme para lo que ya sé que me van a decir.

Saludos al mundo que habito. Me siento, soy muy pequeñita, diminuta...

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